Escribir desde el interior no es una tarea sencilla. Quienes nacimos y crecimos en las provincias de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos provenimos generalmente de inmigrantes europeos que llegaron a nuestro país con más carencias que pertenencias. El obstáculo mayor que encontraron nuestros antepasados fue, sin embargo, el idiomático. Debieron pasar varias generaciones para que los nuevos argentinos comenzaran a dominar la lengua española y aún hoy, los escritores de origen italiano o alemán tienen dificultades para expresarse de manera escrita.
Adolfo Bioy Casares lo advirtió y lo explotó en varias de sus novelas. Cuando lo entrevisté en Santa Fe, poco antes de morir, se divirtió comentando cuestiones relacionadas con el denominado "cocoliche", la sublengua que hablaban y escribían las primeras y segundas generaciones de inmigrantes.
A mi no solamente me divierten sino que me emocionan los restos de cocoliche que encuentro en los ignotos escritores de la Pampa Gringa. Me recuerdan a mis ancestros, a mi abuela diciendo "bayonesa" en lugar de mayonesa, mientras preparaba la comida de los domingos...
En un planeta cada día menos puro, el arte debe ser tan perfecto como auténtico.