Monday, December 31, 2007

Rosas y una historia de la historia

Lucio V. Mansilla, el recordado autor de "Una excursión a los indios ranqueles", era sobrino de Juan Manuel de Rosas, puesto que su madre era la hermana menor del dictador. Quizás esa sea la razón por la que su biografía de Rosas, reeditada recientemente por la editorial Claridad, ofrezca una mirada más ecuánime que la de sus adversarios, aunque no por ello menos crítica.
El "ensayo histórico psicológico" de Mansilla recrea a un Rosas en extremo absolutista, producto de su propio contexto histórico social y de su historia familiar, como diría poco después el psicoanálisis.
La indagación social del autor tiene un doble valor, puesto que rescata testimonios de testigos y ofrece una clara visión sobre las condiciones que permitieron que Rosas se hiciera del control absoluto del poder de la república.
En ese sentido, resulta sumamente esclarecedor el capítulo donde se pregunta por qué la sociedad argentina aceptó mansamente la dictadura, describiendo situaciones que bien podrían haber tenido lugar en la nefasta segunda mitad del siglo XX.
"Por eso se ve que el hijo se va, que el padre se queda sirviendo a la dictadura. Y es incalculable el número de los que no saben ni por qué asintieron, ni por qué consintieron, ni por qué se degradaron cuando se les interroga varios años después", dice en uno de los párrafos más dramáticos de su ensayo.
"No todas las cabezas saben, como sabía Siégés, por qué hacía lo que se sabe durante el terror. Infinidad de hombres de bien están en el caso de Diderot, cuando habiéndole preguntado si podía explicar cierto pasaje de uno de sus viejos escritos, repuso: Lo comprendía, ciertamente, cuando lo escribí, pero ahora ya no lo comprendo", reflexiona después.

Wednesday, December 12, 2007

Binner cambia la historia de Santa Fe

Santa Fe ya no será la misma después del paseo que dio ayer Hermes Binner, tras jurar como el primer gobernador socialista de la provincia, por sus calles céntricas. Ataviado con la tradicional banda cruzada con los colores de la bandera nacional, el encargado de poner fin a casi un cuarto de siglo de hegemonía justicialista fue recibido con aplausos y vítores a medida que se acercaba caminando al teatro municipal "1º de Mayo", donde se realizó la jura de los ministros de su gabinete. "¡Viva nuestro gobernador!", gritaban los vecinos de la coqueta calle San Martín, recibiendo el saludo de Binner a modo de agradecimiento. Pocos minutos antes, el flamante mandatario había escuchado los reclamos de los pobladores de las zonas periféricas para que retire las vallas que impiden el acceso a la Casa Gris.
Habían pasado menos de dos horas desde que juró ante la asamblea legislativa y desde que el gobernador saliente le traspasara el mando en un acto sencillo al que asistió el jefe de Gabinete del gobierno nacional, Alberto Fernández.
Su único discurso tuvo lugar en la Legislatura, donde los diputados y senadores santafesinos le escucharon lanzar una convocatoria para "cambiar Santa Fe".
"Desde hace ya varios años, y con especial énfasis a lo largo de la pasada campaña electoral, planteamos la necesidad de cambiar la realidad de nuestra provincia. Pero no en cualquier dirección, sino en un sentido progresista, de desarrollo y crecimiento individual y colectivo", dijo desde un estrado ubicado a un costado del sillón que ocupa el presidente de la Cámara Baja.
Para que no queden dudas acerca del objetivo central que perseguirá su gestión explicó que "la construcción de un horizonte progresista requiere, como punto de partida, repensar la democracia" y agregó con tono crítico que "la democracia que hoy tenemos es insuficiente y debemos modificarla, ya que hoy parece conformarse sólo con la estabilidad institucional y la mera reproducción de lo existente".



"Estamos convencidos que esto es un riesgo para el mismo régimen democrático. Porque el sistema democrático necesita ser pensado y recreado permanentemente. La democracia a la que aspiramos es exigente. No se trata de conciliar los intereses tal cual existen; la exigencia se expresa en acciones dirigidas a reformular y reorientar esos intereses en función de un proyecto de mejora de la sociedad", razonó.


En esa línea de pensamiento sostuvo que "la democracia que, con marchas y contramarchas, los argentinos hemos sabido recuperar, tiene una deuda con la sociedad, que no podemos ni debemos eludir. La calidad de una sociedad y de su organización estatal se relaciona directamente con la capacidad de proporcionar a sus habitantes los atributos mínimos de la ciudadanía, garantizando la irrevocabilidad de los derechos humanos para todos y cada uno".

Reformar la Constitución
Binner también convocó a los legisladores a emprender la tarea de reformar la Carta Magna provincial. "La constitución que hoy tenemos en Santa Fe, que fuera sancionada en el año 1962, debe ser reformada para interpretar los tiempos actuales y para promover los tiempos futuros", argumentó y dirigiéndose a los diputados y senadores que poblaban el recinto de sesiones, propuso "consensuar este cambio, el de la Reforma Constitucional", aclarando que "reformar la Constitución no es reducir el debate a la uni o la bicameralidad. Reformar la Constitución significa pensar juntos en cambiar todos aquellos aspectos que limitan el crecimiento espiritual y material de nuestro pueblo".

Wednesday, December 05, 2007

Opera proibita

Es el último trabajo de la mezzosoprano italiana, el cual estoy escuchando por estos días y que recomiendo fervorosamente.
A continuación, el comentario que publicó el portal Mundo Clásico:

Opera proibita, este es el título del más reciente proyecto de Cecilia Bartoli, un proyecto estrechamente vinculado con Roma, su ciudad natal. A causa de circunstancias vinculadas con el Año Santo de 1700 y luego por motivos políticos, en 1700 el Papa Clemente XI prohibió las representaciones de ópera en Roma. Esta veda estuvo en vigor durante un decenio. A raíz de ello, los músicos que vivían en la ciudad a comienzos del siglo XVIII, esto es compositores, instrumentistas y cantantes, se dedicaron al oratorio, o melodramma sacro, forma que no se encontraba afectaba por la prohibición pontificia. Más, el oratorio constituyó una forma sutil para eludir la prohibición, y grandes mecenas encargaron importantes oratorios que luego se estrenaron en sus palacios particulares. Entre los compositores activos en Roma, en dichos años, se encontraban Alessandro Scarlatti (1660-1725), Antonio Caldara (ca. 1671-1736) y Georg Friederich Haendel (1685-1759).
Unos meses atrás, Cecilia Bartoli grabó un disco compacto con obras perteneciente a ese momento de la historia de la música. Ahora presentó parte de este repertorio en el marco de un concierto ofrecido en el Musikverein de Viena (y seguramente en muchas otras ciudades de Europa). No cedió a la tentación de presentar simplemente un muestrario del cd sino que elaboró un programa en el que incluyó dos arias de La Rezurrezione de Haendel que no se encuentran en el cd. Por otra parte, teniendo en cuenta de que sería imposible cantar impunemente (para la voz) durante más de una hora alternó sus actuaciones con obras puramente instrumentales. Pero esta no es la única diferencia entre el cd y el concierto. En el disco, Les Musiciens du Louvre bajo la dirección de Marc Minkowski, acompañan a la diva italiana. En este concierto se presentó junto a la Orquesta de Cámara de Berna, sin director. La propia Cecilia Bartoli se encargó de marcar (pero sólo de marcar) los tiempos iniciales y de dar alguna parca indicación a esta sobresaliente y bien dispuesta orquesta de cámara, muy bien guiada por su concertino, Julia Schröder. La orquesta tuvo la oportunidad de lucirse en dos oberturas de Caldara y de Haendel, respectivamente, y en una realmente notable interpretación del Concerto grosso en fa mayor op. 6/12 de Arcangelo Corelli.
No obstante ello, la “reina de la noche” fue la cantante italiana que pasó por todos los registros y estados anímicos que presenta esta música: una multiplicidad de sentimientos y humores que van del éxtasis del amor a la furia de la rebelión sentimental y que requieren por parte de una intérprete desde el más hermoso legato, hasta las coloraturas más furiosas. La señora Bartoli no sólo tiene una voz maravillosa, dotada de una técnica perfecta para este tipo de repertorio, sino que es una de esas cantantes que no se limita a dirigirse a una imaginaria bóveda celeste sino que se dirige de manera muy directa al público, lo atrapa, lo encanta, lo hipnotiza, lo embriaga, lo transporta ... Por supuesto, las reacciones del público son directamente proporcionales a la intensidad de expresión de la solista.
En este programa no podía faltar la famosísima lánguida melodía del aria ‘Lascia la spina’ de El Trionfo del Tempo e del Disinganno de Haendel, aria conocida por el gran público en la versión cuyo texto empieza por ‘Lascia che io pianga’ que el propio Haendel utilizó en su ópera Rinaldo, difundida en la película dedicada a la vida del famoso castrato Farinelli.
Entre las obras que cantó la Bartoli en dicha velada y que no se encuentran registradas en el mentado cd, se encuentran ‘Chiudi, chiudi’, y ‘Un leggiadro giovinetto’, dos arias del ‘Piacere’ y ‘Io sperai trovar nel vero’, aria de la ‘Bellezza’ de La Resurrezione, HWV 47 de Haendel.