Mi amigo me preguntó si el libro se titulará "Desde el interior" y después de pensarlo le contesté que probablemente no y le expliqué que esto no es más que un borrador donde voy dejando ideas que pueden servirme o no para la redacción final del texto.
"Por lo menos en mi caso siempre parto de un borrador en el que escribo a un 30 o 40 por ciento de mi capacidad. Después utilizo algunos fragmentos y descarto otros", le dije cuando se interesó por el proceso de redacción de un texto "de largo alcance". "Te falta plantar un árbol y tener un hijo", me dijo con una sonrisa, echando mano a una frase remanida, lo que me dio pie para explicarle que uno de los obstáculos a sortear cada vez que se posan los dedos sobre un teclado son justamente los lugares comunes y las frases hechas.
Lo más difícil de manejar, no obstante, es el tono adecuado y el tiempo de la narración, además, claro está, del género que se piensa utilizar.
Como dije en uno de los primeros textos que publiqué en este blog, tengo debilidad por los géneros híbridos. Hace unos años redacté un ensayo mitad autobiográfico y mitad testimonial que todavía no conoció la imprenta.
Hablando de la posibilidad de editar, el propietario del diario donde trabajo hace casi diez años se mostró interesado en publicar el nuevo volumen, hecho que me alienta todavía más para avanzar.