Wednesday, December 05, 2007

Opera proibita

Es el último trabajo de la mezzosoprano italiana, el cual estoy escuchando por estos días y que recomiendo fervorosamente.
A continuación, el comentario que publicó el portal Mundo Clásico:

Opera proibita, este es el título del más reciente proyecto de Cecilia Bartoli, un proyecto estrechamente vinculado con Roma, su ciudad natal. A causa de circunstancias vinculadas con el Año Santo de 1700 y luego por motivos políticos, en 1700 el Papa Clemente XI prohibió las representaciones de ópera en Roma. Esta veda estuvo en vigor durante un decenio. A raíz de ello, los músicos que vivían en la ciudad a comienzos del siglo XVIII, esto es compositores, instrumentistas y cantantes, se dedicaron al oratorio, o melodramma sacro, forma que no se encontraba afectaba por la prohibición pontificia. Más, el oratorio constituyó una forma sutil para eludir la prohibición, y grandes mecenas encargaron importantes oratorios que luego se estrenaron en sus palacios particulares. Entre los compositores activos en Roma, en dichos años, se encontraban Alessandro Scarlatti (1660-1725), Antonio Caldara (ca. 1671-1736) y Georg Friederich Haendel (1685-1759).
Unos meses atrás, Cecilia Bartoli grabó un disco compacto con obras perteneciente a ese momento de la historia de la música. Ahora presentó parte de este repertorio en el marco de un concierto ofrecido en el Musikverein de Viena (y seguramente en muchas otras ciudades de Europa). No cedió a la tentación de presentar simplemente un muestrario del cd sino que elaboró un programa en el que incluyó dos arias de La Rezurrezione de Haendel que no se encuentran en el cd. Por otra parte, teniendo en cuenta de que sería imposible cantar impunemente (para la voz) durante más de una hora alternó sus actuaciones con obras puramente instrumentales. Pero esta no es la única diferencia entre el cd y el concierto. En el disco, Les Musiciens du Louvre bajo la dirección de Marc Minkowski, acompañan a la diva italiana. En este concierto se presentó junto a la Orquesta de Cámara de Berna, sin director. La propia Cecilia Bartoli se encargó de marcar (pero sólo de marcar) los tiempos iniciales y de dar alguna parca indicación a esta sobresaliente y bien dispuesta orquesta de cámara, muy bien guiada por su concertino, Julia Schröder. La orquesta tuvo la oportunidad de lucirse en dos oberturas de Caldara y de Haendel, respectivamente, y en una realmente notable interpretación del Concerto grosso en fa mayor op. 6/12 de Arcangelo Corelli.
No obstante ello, la “reina de la noche” fue la cantante italiana que pasó por todos los registros y estados anímicos que presenta esta música: una multiplicidad de sentimientos y humores que van del éxtasis del amor a la furia de la rebelión sentimental y que requieren por parte de una intérprete desde el más hermoso legato, hasta las coloraturas más furiosas. La señora Bartoli no sólo tiene una voz maravillosa, dotada de una técnica perfecta para este tipo de repertorio, sino que es una de esas cantantes que no se limita a dirigirse a una imaginaria bóveda celeste sino que se dirige de manera muy directa al público, lo atrapa, lo encanta, lo hipnotiza, lo embriaga, lo transporta ... Por supuesto, las reacciones del público son directamente proporcionales a la intensidad de expresión de la solista.
En este programa no podía faltar la famosísima lánguida melodía del aria ‘Lascia la spina’ de El Trionfo del Tempo e del Disinganno de Haendel, aria conocida por el gran público en la versión cuyo texto empieza por ‘Lascia che io pianga’ que el propio Haendel utilizó en su ópera Rinaldo, difundida en la película dedicada a la vida del famoso castrato Farinelli.
Entre las obras que cantó la Bartoli en dicha velada y que no se encuentran registradas en el mentado cd, se encuentran ‘Chiudi, chiudi’, y ‘Un leggiadro giovinetto’, dos arias del ‘Piacere’ y ‘Io sperai trovar nel vero’, aria de la ‘Bellezza’ de La Resurrezione, HWV 47 de Haendel.