La siempre sorprendente avenida Corrientes, hoy más angosta y con veredas más amplias, tiene para mi un atractivo irresistible: las librerías de saldos que se distribuyen por ambas manos. Cada vez que visito uno de esos comercios regreso con títulos invalorables, como las memorias de los escritores argentinos Ernesto Schoo y Adolfo Bioy Casares.
Sobre el libro del primero todavía no puedo hablar porque solamente leí el prólogo del autor y sobre "Descanso de caminantes", los diarios íntimos de Bioy, no puedo decir otra cosa que es un texto brillante, delicioso y por momentos conmovedor.
Tras defender la literatura breve y fugaz, contradiciendo al mismísimo Borges, Bioy es capaz de relatar con precisión teutona el fusilamiento de un terrorista a principios de la última dictadura y de arrancarnos una carcajada cuando recomienda "no querer demasiado a los chicos, porque uno no sabe en qué monstruos se convertirán".