Afortunadamente, como tantos otros años, 2009 me dejó lecturas inolvidables. Esta es la lista incompleta de los libros que más me gustaron durante el año que termina:
-“Diario de Berlin” de William Shirer (Editorial Debate), porque muestra cómo un buen periodista, más allá de sus creencias e ideología, se orienta incluso en medio de los hechos más complicados como la II Guerra Mundial.
-“Ensayos sobre el fascismo” de Norberto Bobbio (Editorial Prometeo – Universidad Nacional de Quilmes), porque es un clásico de la literatura política que revela todas las facetas de un fenómeno siempre fascinante como el surgimiento del fascismo en Italia.
-“Sicilia como metáfora” de Leonardo Sciascia (Editorial Fondo de Cultura Económica), porque descubre a un escritor exquisito que además está dotado de una percepción extraordinaria sobre otro fenómeno no menos singular: la mafia siciliana.
-“El archivo de Egipto” de Leonardo Sciascia (Editorial Bruguera), porque es una de esas narraciones del autor italiano que como me dijo Bioy Casares hace poco más de diez años, “da pena terminar de leer”.
-“Truman Capote, la biografía” de Gerard Clarke (Editorial Vergara), porque es una biografía sobre uno de los escritores más cautivantes del siglo XX, perfectamente documentada y excelentemente redactada, algo no muy común en este género. -“La casa de Dostoievsky” de Jorge Edwards (Editorial Planeta), porque es una bella novela de uno de los autores latinoamericanos que más me deslumbran.
-“Patagonia Express” de Luis Sepúlveda (Editorial Tusquets), porque es el relato de un viaje fantástico entre la Patagonia, el Amazonas y España.
Tuesday, December 29, 2009
Saturday, October 03, 2009
Sciascia y el terrorismo
Para el escritor sicialiano el terrorista no deja de ser un moderno inquisidor que actúa de acuerdo a un métodico cálculo estadístico. "No hay ninguna diferencia entre un brigadista rojo y un inquisidor de la época de la Inquisición española, no más de la que habría entre ese inquisidor y el estalisnista convencido de los años cincuenta. Malraux decía de Stalin que, a su juicio, tenía un pensamiento estadístico, y estaba en lo cierto. Stalin pensaba: Si elimino a fulano, que ha conocido a mengano, que ha conocido a zutano, que ha conocido a un fascista , ya no habrá fascistas, me los habré sacado del medio progresivamente. El inquisidor pensaba también así, que eliminando al que había conocido al hereje, suprimiría la herejía. Y los procesos de los inquisidores eran por lo menos tan complejos como los estalinistas", dice "Sicilia como metáfora".
Sunday, August 16, 2009
En busca del tiempo perdido
"Lo mismo pasa con nuestro pasado. Es tiempo perdido procurar evocarlo, todos los esfuerzos de nuestra inteligencia son inútiles. Está oculto lejos de sus dominios y de su alcance, en algún objeto material (en la sensación que puede darnos ese objeto material), que no sospechamos . Depende del azar que encontremos ese objeto antes de morir, o que no lo encontremos". Marcel Proust, "En busca del tiempo perdido", Editorial Losada, Libro I, Página 64.
Thursday, June 18, 2009
Leibovitz: 'Me doy por satisfecha si hago cinco fotos buenas en un año'
(Fuente: http://www.elmundo.es/) Annie Leibovitz mira sus propias fotografías con un punto de distancia. Concentrada no en lo que está viendo, sino en aquello que ha vivido en cada una de sus imágenes. Suele pasar con algunos fotógrafos: lo que importa de una instantánea late por debajo, allí donde comienza esa magia de lo que no se ve, una historia, una aventura, un mensaje, una huella, un amor.
Leibovitz (Connecticut, 1949) forma parte de la íntima tribu de fotógrafos que ha hecho de su trabajo un referente global. El retrato, el paisaje, la escena íntima, el 'glamour' desmedido de las estrellas de cine, el lujo... Todo esto conforma el ADN de su obra. Ha retratado a la Reina de Inglaterra y a Keith Haring, a Demi Moore embarazada, a Brad Pitt o la agonía de su padre, un cuerpo acribillado en Sarajevo y un atardecer color azafrán desde una orilla del Nilo. Algunas de estas imágenes han sido portadas de 'Vanity Fair', de 'Vogue', de las mejores revistas. Comenzó en 'Rolling Stone' en los años 70. E inauguró una forma de mirar con algo de punk y un volcán en las córneas.
Según consenso, una de las mejores portadas del siglo XX viene firmada por ella. Fue en 'Rolling Stone', con aquella foto en la que John Lennon desnudo se abraza en el suelo al cuerpo tumbado de Yoko Ono, vestida. Era el 8 de diciembre de 1980. Ese mismo día, cinco horas después, Mark David Chapman descargó seis 'plomos' en el enjuto cuerpo del músico cuando entraba en el portal de su casa, en el edificio Dakota de Nueva York.
Pero si hay una presencia que gravita por el aire de la exposición es la de la escritora estadounidense Susan Sontag, su amante, su cómplice, su compañera. "Era una mujer maravillosa", dice con un punto de nostalgia.
Es más que una fotógrafa de moda. Es más que un ojo educado con precisión para sacar de una imagen publicitaria el caldo de algo nuevo. Es, esencialmente, una exploradora febril de rostros y de escenas, capaz de traspasar la anécdota para enseñar lo que hay por debajo de la piel del mundo. Hasta el próximo 3 de septiembre muestra en la Sala de Exposiciones de la Comunidad de Madrid, una exposición reveladora de sus últimos 15 años en el oficio: 'Annie Leibovitz: vida de una fotógrafa. 1990-2005', impulsada por la Consejería de Cultura.
"Es una auténtica revolucinaria de la fotografía", comentó Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad, en la presentación de la muestra. Al lado, Annie Leibovitz sonreía. Metro ochenta de estatura, la melena rubia y suelta, ojos de voracidad detrás del perímetro breve de las gafas. Las manos grandes de foquista. El verbo rápido para ir dando alguna pista más sobre sí misma, sobre su trabajo, sobre la vida: "Qué misterio la vida, ¿eh?", apunta con una mueca interrogante.
Las palabras de Leibovitz
Considera que lo que tiene que decir lo cuentan mejor en su obra, por eso no concede (casi nunca) una entrevista.
- Esta exposición despliega una parte muy íntima de su vida, ¿de algún modo es un exorcismo que había que hacer?
- Bueno, exorcismo es una palabra dura... Es curioso, antes pensaba en las fotos personales que hay en la muestra (incluso en las que no hay) y lo que veo en verdad es un enorme amor. Me siento muy afortunada de poder haber hecho todo este trabajo. Para mí no es algo que ahora vea con distancia, sino que lo siento como algo que me acompaña, que viaja conmigo. ¡Qué privilegio! A veces pienso que nosotros, los que están en las fotografías, incluso las fotografías terminaremos siendo lo mismo: polvo.
- Susan Sontag es una presencia del algún modo constante en la muestra...
- A través de las instantáneas entiendo algo más de la relación que he tenido con Susan. Entiendo así la fotografía como parte de esta relación. Y me sucede lo mismo con los retratos de mi padre. ¿Qué relación tuve con él? Pues lo voy entendiendo a través de ciertas imágenes íntimas. Más que una memoria de mi vida, mis fotos son una evidencia, una prueba de mi existencia.
- ¿Diría que todo esto es un autorretrato vital y sentimental?
- Lo es. La fotografía es un medio maravilloso. Ahora, con estas instantáneas rodeándonos, estamos lo más cerca posible de lo que yo soy. Y de algún modo ellas nos dicen las miles de formas diferentes en que puedes utilizar una imagen, cómo dirigirla. Aquí hay fotos personales y de encargo, pero en mi caso son dos vertientes que se equilibran, incluso que se necesitan, una tira de la otra.
- Pero lo que más se conoce de usted es esa obra de encargo.
- Cierto. Y mucha parte de esa obra creo que es basura, pero luego hay una parte muy buena. Me doy por satisfecha si hago cinco fotos buenas en un año. Conozco la diferencia entre una buena foto y otras de circunstancias... Pero el verdadero trabajo personal es la edición del material.
- ¿Trabaja con la misma libertad que en los años 70, cuando hacía aquellas portadas tan insólitas para 'Rolling Stone'?
- Creo que mantengo esa libertad, pero con la responsabilidad de los años y del tiempo también crecen los miedos. La semana próxima tengo un trabajo y ya estoy nerviosa, pensando cómo lo voy a resolver. Aunque usted me pregunta por aquellos trabajos míos de los años 70... Entonces yo era una niña... Me gusta ver aquellas fotos, pero no olvido la edad que tenía entonces, ni la ingenuidad. Lo que me gustaba entonces era ser joven, no tener prejuicios, lanzarme a los retos de cabeza. Pero llegar a una edad como la mía me permite saber realmente lo que hago. Eso es mucho más interesante. No quiere decir que pierdas pasión, pero entran en juego muchas variables que te pone delante la vida.
- Además de la capacidad de observación, sus instantáneas buscan una profundidad psicológica.
- Eso es lo que me gusta conseguir. De eso depende la perdurabilidad de una imagen, sólo así puede incluso modificar tus ideas sobre un paisaje concreto o sobre alguien.
Leibovitz (Connecticut, 1949) forma parte de la íntima tribu de fotógrafos que ha hecho de su trabajo un referente global. El retrato, el paisaje, la escena íntima, el 'glamour' desmedido de las estrellas de cine, el lujo... Todo esto conforma el ADN de su obra. Ha retratado a la Reina de Inglaterra y a Keith Haring, a Demi Moore embarazada, a Brad Pitt o la agonía de su padre, un cuerpo acribillado en Sarajevo y un atardecer color azafrán desde una orilla del Nilo. Algunas de estas imágenes han sido portadas de 'Vanity Fair', de 'Vogue', de las mejores revistas. Comenzó en 'Rolling Stone' en los años 70. E inauguró una forma de mirar con algo de punk y un volcán en las córneas.
Según consenso, una de las mejores portadas del siglo XX viene firmada por ella. Fue en 'Rolling Stone', con aquella foto en la que John Lennon desnudo se abraza en el suelo al cuerpo tumbado de Yoko Ono, vestida. Era el 8 de diciembre de 1980. Ese mismo día, cinco horas después, Mark David Chapman descargó seis 'plomos' en el enjuto cuerpo del músico cuando entraba en el portal de su casa, en el edificio Dakota de Nueva York.
Pero si hay una presencia que gravita por el aire de la exposición es la de la escritora estadounidense Susan Sontag, su amante, su cómplice, su compañera. "Era una mujer maravillosa", dice con un punto de nostalgia.
Es más que una fotógrafa de moda. Es más que un ojo educado con precisión para sacar de una imagen publicitaria el caldo de algo nuevo. Es, esencialmente, una exploradora febril de rostros y de escenas, capaz de traspasar la anécdota para enseñar lo que hay por debajo de la piel del mundo. Hasta el próximo 3 de septiembre muestra en la Sala de Exposiciones de la Comunidad de Madrid, una exposición reveladora de sus últimos 15 años en el oficio: 'Annie Leibovitz: vida de una fotógrafa. 1990-2005', impulsada por la Consejería de Cultura.
"Es una auténtica revolucinaria de la fotografía", comentó Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad, en la presentación de la muestra. Al lado, Annie Leibovitz sonreía. Metro ochenta de estatura, la melena rubia y suelta, ojos de voracidad detrás del perímetro breve de las gafas. Las manos grandes de foquista. El verbo rápido para ir dando alguna pista más sobre sí misma, sobre su trabajo, sobre la vida: "Qué misterio la vida, ¿eh?", apunta con una mueca interrogante.
Las palabras de Leibovitz
Considera que lo que tiene que decir lo cuentan mejor en su obra, por eso no concede (casi nunca) una entrevista.
- Esta exposición despliega una parte muy íntima de su vida, ¿de algún modo es un exorcismo que había que hacer?
- Bueno, exorcismo es una palabra dura... Es curioso, antes pensaba en las fotos personales que hay en la muestra (incluso en las que no hay) y lo que veo en verdad es un enorme amor. Me siento muy afortunada de poder haber hecho todo este trabajo. Para mí no es algo que ahora vea con distancia, sino que lo siento como algo que me acompaña, que viaja conmigo. ¡Qué privilegio! A veces pienso que nosotros, los que están en las fotografías, incluso las fotografías terminaremos siendo lo mismo: polvo.
- Susan Sontag es una presencia del algún modo constante en la muestra...
- A través de las instantáneas entiendo algo más de la relación que he tenido con Susan. Entiendo así la fotografía como parte de esta relación. Y me sucede lo mismo con los retratos de mi padre. ¿Qué relación tuve con él? Pues lo voy entendiendo a través de ciertas imágenes íntimas. Más que una memoria de mi vida, mis fotos son una evidencia, una prueba de mi existencia.
- ¿Diría que todo esto es un autorretrato vital y sentimental?
- Lo es. La fotografía es un medio maravilloso. Ahora, con estas instantáneas rodeándonos, estamos lo más cerca posible de lo que yo soy. Y de algún modo ellas nos dicen las miles de formas diferentes en que puedes utilizar una imagen, cómo dirigirla. Aquí hay fotos personales y de encargo, pero en mi caso son dos vertientes que se equilibran, incluso que se necesitan, una tira de la otra.
- Pero lo que más se conoce de usted es esa obra de encargo.
- Cierto. Y mucha parte de esa obra creo que es basura, pero luego hay una parte muy buena. Me doy por satisfecha si hago cinco fotos buenas en un año. Conozco la diferencia entre una buena foto y otras de circunstancias... Pero el verdadero trabajo personal es la edición del material.
- ¿Trabaja con la misma libertad que en los años 70, cuando hacía aquellas portadas tan insólitas para 'Rolling Stone'?
- Creo que mantengo esa libertad, pero con la responsabilidad de los años y del tiempo también crecen los miedos. La semana próxima tengo un trabajo y ya estoy nerviosa, pensando cómo lo voy a resolver. Aunque usted me pregunta por aquellos trabajos míos de los años 70... Entonces yo era una niña... Me gusta ver aquellas fotos, pero no olvido la edad que tenía entonces, ni la ingenuidad. Lo que me gustaba entonces era ser joven, no tener prejuicios, lanzarme a los retos de cabeza. Pero llegar a una edad como la mía me permite saber realmente lo que hago. Eso es mucho más interesante. No quiere decir que pierdas pasión, pero entran en juego muchas variables que te pone delante la vida.
- Además de la capacidad de observación, sus instantáneas buscan una profundidad psicológica.
- Eso es lo que me gusta conseguir. De eso depende la perdurabilidad de una imagen, sólo así puede incluso modificar tus ideas sobre un paisaje concreto o sobre alguien.
Saturday, June 13, 2009
El ojo de Leonardo
"En circunstancias adecuadas y a la distancia apropiada el ojo se engaña menos que ningún otro sentido, porque, como ya demostraré, ve a través de líneas rectas que forman una pirámide, cuyo vértice apunta sobre el ojo y su base se apoya sobre el objeto contemplado", escribió Leonardo Da Vinci en 1498, en su "Tratado de la Pintura".
Si bien nunca pudo acabarlo, defiende allí la preminencia de la pintura por sobre el resto de las artes, incluidas la poesía, la música y la escultura, sentando las bases de lo que denominó como la "ciencia de la perspectiva" y por lo tanto de la composición moderna.
Tuesday, February 24, 2009
Ex libris
Desde el balcón cerrado puede ver la zona céntrica de Rosario gracias a un claro que providencialmente ha resistido al boom inmobiliario que transformó la imagen de la ciudad durante el último lustro. Sin siquiera dudarlo, ubicó allí los siete estantes de un metro y medio de largo que ocupa su recobrada biblioteca.
Tras desembalar las cajas que llegaron en un transporte, se puso a ordenar los viejos volúmenes que fue acumulando durante las últimas dos décadas de su accidentada vida. Mientras quitaba con una franela húmeda el polvo adherido a las tapas y contratapas, fue encontrándose con verdaderos pedazos de su vida intelectual. De algunos títulos se acordaba perfectamente incluso de hasta el día en que los había comprado. De otros solamente guardaba vagos recuerdos.
Sin embargo, como lector profesional que se había ganado buena parte de su vida redactando reseñas bibliográficas, tenía un acabo conocimiento de cada ejemplar y cada autor atesorado en su biblioteca personal.
Tras desembalar las cajas que llegaron en un transporte, se puso a ordenar los viejos volúmenes que fue acumulando durante las últimas dos décadas de su accidentada vida. Mientras quitaba con una franela húmeda el polvo adherido a las tapas y contratapas, fue encontrándose con verdaderos pedazos de su vida intelectual. De algunos títulos se acordaba perfectamente incluso de hasta el día en que los había comprado. De otros solamente guardaba vagos recuerdos.
Sin embargo, como lector profesional que se había ganado buena parte de su vida redactando reseñas bibliográficas, tenía un acabo conocimiento de cada ejemplar y cada autor atesorado en su biblioteca personal.
Wednesday, January 14, 2009
La perspectiva de los rincones
Al igual que yo, seguramente muchos otros tienen la costumbre de observar la realidad desde puntos de vista marginales y por qué no, algo excéntricos. La "mirada desde el rincón" denota no solamente cierta introversión, sino también, una ética de la observación que mezcla la curiosidad con la modestia.
Este es uno de los rinconcitos desde los cuales miro todos los días a Rosario.
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