Unas declaraciones del secretario de la Academia Sueca levantan ampollas al tachar la literatura estadounidense de "insular" e "ignorante" frente a la europea. "Estados Unidos es demasiado insular, está demasiado aislado. No traducen lo suficiente y no participan en el gran diálogo de la literatura. Ese tipo de ignorancia les limita. Son demasiado sensibles a las modas de su propia cultura de masas". El peso de estas palabras no sólo se debe a su contundente contenido sino, sobre todo, a su autor. Lo lógico sería pensar que alguien que participa en la decisión anual de conceder el premio Nobel de Literatura como Horace Engdahl, secretario de la Academia Sueca, debería saber medir el impacto de unas declaraciones así. Pero Engdahl no sólo realizó esta crítica abierta a la literatura estadounidense a una semana escasa de que se falle el premio en Estocolmo, sino que rizó el rizo añadiendo: "Obviamente en todas las grandes culturas hay literatura sólida, pero no se puede obviar el hecho de que Europa sigue estando en el centro del universo literario mundial y no Estados Unidos".
Las reacciones a sus palabras, dichas en una entrevista a la agencia Associated Press, no se hicieron esperar en un país que ha albergado entre otros nobel (no muchos, es cierto) a Ernest Hemingway, Saul Bellow o John Steinbeck. "Sería deseable que el secretario permanente de una Academia que pretende ser sabia pero que históricamente ha pasado por alto a Proust, Joyce y Nabokov, por mencionar sólo a algunos de los no-nobel, nos ahorrara lecturas categóricas". Así le ha contestado David Remnick, el director de la revista The New Yorker, en la que han publicado las mejores plumas estadounidenses del siglo XX. Remnick, premio Pulitzer, periodista y escritor, además añadió: "Y si observa con atención la escena estadounidense con la que está lidiando, verá la vitalidad de la generación de [Don] DeLillo, [Philip] Roth o [John] Updike, así como la de escritores jóvenes, muchos de ellos hijos de inmigrantes que escriben en su inglés de adopción".
Es cierto que los propios escritores estadounidenses se han quejado de la falta de traducciones en un país en el que apenas el 3% de lo que se edita procede de nacionalidades de habla no inglesa. "Y los propios escritores hemos hecho una llamada de atención al mundo editorial. Necesitamos más traducciones", aseguró ayer Michael Roberts, director ejecutivo de la asociación de escritores PEN American Center. Sin embargo, ese tipo de insularidad no puede confundirse con el estado de salud de la literatura estadounidense, que hace apenas dos semanas lloraba la pérdida de un autor como el joven David Foster Wallace, considerado uno de los grandes innovadores de las letras actuales. "Creo que los escritores estadounidenses están en la vanguardia del diálogo literario. Hay preocupación por lo que ocurre dentro y fuera de Estados Unidos y eso se refleja en los libros. El intercambio cultural da fuerza a la literatura y en la estadounidense la influencia de la inmigración es muy fuerte. El resultado es un tipo de ficción vibrante y excitante" añadió Roberts. En ese sentido, también señaló que los escritores estadounidenses son los principales "embajadores" de la literatura extranjera en Estados Unidos por lo que no resulta justo acusarles de vivir aislados. "Philiph Roth lleva toda la vida descubriéndole a Estados Unidos grandes autores europeos", dijo Roberts. Una labor que comparten ahora autores más jóvenes como Junot Díaz o Francisco Goldman, que han contribuido al descubrimiento en Estados Unidos del chileno Roberto Bolaño, todo un fenómeno editorial en el país.
Por su parte, Harold Haugenbraum, el director ejecutivo de la fundación que concede los National Book Awards, declaró su intención de enviarle a Engdahl un listado de lecturas imprescindibles. "Este tipo de comentarios me hace pensar que ha leído muy pocos libros al margen de lo conocido y que tiene una visión muy estrecha de lo que significa literatura hoy".
Cinco en 60 años
- A lo largo de las seis últimas décadas, tan sólo cinco autores procedentes de Estados Unidos han recibido el Premio Nobel de Literatura de manos de la Academia Sueca, frente a un claro predominio de autores europeos.
1949. William Faulkner. (Luz de agosto, El ruido y la furia).
1954. Ernest Hemingway. (Por quién doblan las campanas, Fiesta).
1962. John Steinbeck. (Las uvas de la ira, La perla).
1976. Saul Bellow. (Las aventuras de Augie March, El legado de Humboldt).
1993. Toni Morrison. (Jazz, Paradise).
Publicado por Bárbara Célis en El País, Madrid.