Sunday, April 20, 2008

Las momias de Azapa

El Museo Arqueológico San Miguel de Azapa se encuentra a doce kilómetro de Arica, en el extremo norte de Chile. Entre su enorme patrimonio se conservan y exhiben momias de la cultura Chinchorro que floreció en la región entre el 5000 y el 2000 AC. Para los antropólogos es la primera manifestación compleja de un culto a la muerte y a los antepasados en la costa árida sudamericana. Se manifiesta en el complicado proceso de momificación que consistía en la extracción de los músculos y las vísceras del difunto, los que eran sustituidos por vegetales, plumas, trozos de cuero, vellones de lana y otros materiales. Luego, el cuerpo era cubierto con una capa de arcilla. Con pelo humano confeccionaban una peluca que colocaban en la cabeza . Este proceso pasó por distintas etapas: al principio sólo se momificaba a los recién nacidos y a los niños, utilizando colores llamativos y acompañándolos con figuras de barro. En el clímax de la cultura, hacia 3000 AC, se momificaban representantes de todos los miembros de la sociedad y de todas las edades (hombre, mujeres, niños, adultos y ancianos), embadurnándolos con pigmentos rojo, negro y café. Durante el ocaso de esta cultura, sólo se aplicaba mascarillas de barro. Al parecer, las momias no se enterraban, sino que eran instaladas de pie, formando parte activa de los campamentos, tal vez como una marca territorial del linaje del grupo a partir de un ancestro común.
El desarrollo artístico Chinchorro quedó plasmado, casi exclusivamente, en el delicado ajuar de las momias y en cierto sentido, en el elaborado tratamiento que recibían los difuntos. Contaban con turbantes de cuerdas de fibra vegetal o animal torcidas, adornados con cuentas de concha y malaquita, que cubrían la cabeza deformada intencionalmente en vida. Los rostros eran cubiertos por finas máscaras de barro y los cuerpos envueltos con elaborados textiles de fibra animal y vegetal a modo de fajas y cordones. Estos combinan distintos colores según la época, primando los tonos crudos, ocres y terracotas. Los cuerpos descansan sobre esteras de fibra vegetal y sacos de piel animal. Muchas de las momias eran acompañadas de estólicas, cuchillos, arpones y otros instrumentos. A veces, también de láminas de cobre nativo o natural que iban dentro del conjunto funerario.