Un pausa clásica, en medio del modernismo.
Puerto Madero sobrevive como una suerte de testimonio de la Argentina ilusoria que predominó durante los noventa, aunque no por ello deja de poseer cierto encanto, sobre todo por el contraste de estilos arquitectónicos clásicos y modernos.
El resto de la ciudad conserva su ángel, aunque apesta debido a la superpoblación y especialmente a las toneladas de basura que puede verse por doquier en las calles y avenidas.
La inseguridad es otra mancha para la que alguna vez fue considerada con justicia la Atenas de Sudamérica, dado que afecta no solamente a los turistas extranjeros sino a la población en general.